Por Ana Elisa MĂ©ndez -Vides Schlesinger
Publicado 02 April 2020
La calle donde la familia tenia su casa estaba repleta de bellas y diferentes alfombras elaboradas por los vecinos. Los variados diseños y colores en aserrĂn, el olor a corozo y pĂ©talos de rosa atrajeron a los paseantes, que se quedaron en esa calle a esperar el paso de la procesiĂłn.La calle estaba llena de ventas de algodĂłn, manĂas, chupetes, helados, juguetes y más. Los hábiles comerciantes ofrecĂan a gritos sus productos.
Por la calle pasaban corriendo cucuruchos apurados, vistiendo la tĂşnica negra, hacia el encuentro de la procesiĂłn, mientras otros cansados y acalorados tomaban un receso y bebĂan un refresco cuya botella sostenĂan en la mano. Varios turistas fascinados por tanta belleza y tradiciĂłn preguntaban al guĂa todo lo que nunca se habĂa preguntado y tomaban fotos a todo lo que les parecĂa raro o exĂłtico. La gente se fue adueñando de un lugar en la banqueta para presenciar el paso del cortejo.
Los grandes pasos empezaron a aparecer, dando inicio al rito. Los pasos narraron la historia de la PasiĂłn de JesĂşs. Luego le tocĂł el turno a los ángeles, en hombros de cargadores. El estandarte anunciaba el inicio de las filas de cucuruchos. Se podĂa escuchar entre las filas: caminen señores, caminen. El incienso era tan penetrante que los ojos de los presentes se pusieron llorosos. A lo lejos se escuchaba el ritmo solemne de una marcha fĂşnebre. El anda con JesĂşs Sepultado se asomĂł en la esquina con dificultad, cruzando despacio y al ritmo de la mĂşsica. El paso de la procesiĂłn fue lento, bello y muy conmovedor. Los rostros de la gente denotaban la buena impresiĂłn y alegrĂa, como si el mismo Dios se les hubiera aparecido.
Luego fue el turno de la Virgen de la Soledad. Acompañada por mujeres vestidas de negro, en filas. La soledad se apoderĂł del corazĂłn de todos. La Virgen iba en una bella andarilla. La belleza de la imagen impresiona. PasĂł despacio por la calle, la gente rezaba un Ave MarĂa en silencio. La Virgen iba acompañada por MarĂa Magdalena y San Juan. La orquesta iba interpretando la marcha Una lágrima.
El cortejo pasĂł y los espectadores siguieron su curso. Los habitantes de la calle sintieron feliz el corazĂłn, otro año habĂa transcurrido y la urna con JesĂşs Sepultado habĂa vuelto a iluminarlos, regando bendiciones que les durarĂan hasta el prĂłximo Viernes Santo, cuando se repetirĂa nuevamente la emotiva experiencia.
Revista Golgota 2008
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